La ciudad de los intelectuales y poetas, la del folclore y el cuarteto, la de la ciencia, la de la pujanza industrial. La de los estudiantes de todas las carreras que, ya sean nativos o llegados de hermanas provincias, siguen a lo largo de los años dándole su impronta especial por medio de sus tonadas y costumbres.
La del Mercado Norte, la de las peatonales atestadas de ruidos, colores y aromas. La de los más de 500 barrios pintados de celeste, de azul y blanco o albirrojo, cuyos hijos se confunden y se mezclan en la gran ronda de cualquier baile, de El Tropezón a San Vicente, de Parque Liceo a Villa Revol.
“Con su río y su Cañada/ con sus largas madrugadas”: esa ciudad, la de Córdoba, celebra este lunes un nuevo aniversario del hito histórico que sentó las bases para el desarrollo de la que —por derecho propio, por prepotencia de trabajo— se transformaría a través del tiempo en la capital del interior argentino.
Son 447 los años transcurridos desde aquel 6 de julio de 1573 en que un sevillano, don Jerónimo Luis de Cabrera, fundó la ciudad en la margen izquierda del Suquía, bautizándola con el nombre de “Córdoba de la Nueva Andalucía”.
El lugar elegido fue un paraje llamado entonces Quisquisacate, en lo que hoy son las barrancas del barrio Yapeyú, en inmediaciones de las avenidas Patria y 24 de Septiembre. Un monolito recordatorio se erige en el lugar como memorial del momento fundacional.
El Poder Legislativo provincial quiere sumarse a los festejos, felicitando a los habitantes de la Docta y obsequiándoles un recorrido visual por lugares emblemáticos de la ciudad y su historia.
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