En la provincia de Córdoba se asentaron tres grandes pueblos originarios: los Comechingones, que habitaban las Sierras Pampeanas, incluyendo áreas de las provincias de Córdoba y San Luis; los Sanavirones, que vivían en la zona de la laguna Mar Chiquita; y los Ranqueles, que eran una fracción de los Pehuenches y habitaron al sur del territorio provincial.
En 2015, mediante la ley 10.316, la Provincia reconoció la identidad de estos pueblos indígenas, estableciendo mecanismos para su protección y apoyo.
La normativa creó el Registro de Comunidades de Pueblos Indígenas, bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Además, se estableció la conformación del Consejo de Comunidades de Pueblos Indígenas para asesorar al Gobierno provincial.
Hay 18 comunidades aborígenes esparcidas en el territorio cordobés pertenecientes a pueblos comechingones, sanavirones y ranqueles. El Consejo posibilita a las comunidades tener mayor visibilidad e instituye un espacio donde canalizar sus inquietudes y necesidades.
La ciudad de Córdoba fue fundada a orillas del río Suquía el día 6 de julio de 1573 por Jerónimo Luis de Cabrera, militar de Sevilla (España) que pertenecía a la corriente colonizadora del Perú.
Cabrera eligió el nombre Córdoba de la Nueva Andalucía para nombrar a la ciudad, en homenaje a los ancestros de su esposa, Luisa Martel de los Ríos, que eran oriundos de la ciudad española homónima, en la región andaluza.
En 1577, cuatro años después de la fundación, se trazó el primer plano urbano con forma de damero que ubicaba en la manzana central la Plaza Mayor (hoy Plaza San Martín) y frente a ella se destinaron los solares para el Cabildo y la Iglesia Matriz o Catedral.
En sus comienzos, Córdoba quedó incorporada a la Provincia del Tucumán, con dependencia política hacia el Virreinato del Perú.
Los Jesuitas se establecieron en Córdoba en 1599. La educación y la difusión del conocimiento fueron sus principales objetivos. Para esto, crearon en 1610 el Colegio Máximo, que años más tarde fue elevado a Universidad y daría origen a la Universidad Nacional de Córdoba.
Con el objetivo de mantener económicamente sus instituciones, la Orden Jesuita construyó estancias en diferentes parajes de la provincia: Colonia Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria.
Córdoba se convirtió en esos años en la capital de las provincias jesuíticas del Paraguay y en el centro administrativo, religioso y educacional más importante de la región. Entre 1599, año de arribo de la orden jesuita, y 1767, año de su expulsión, la provincia fue testigo de su labor cultural, económica y constructiva.
E legado incluye la Manzana Jesuítica, complejo histórico ubicado en el centro de Córdoba, donde se encuentra la Iglesia de la Compañía de Jesús, el Colegio Máximo y el Convictorio de Monserrat; y las cinco estancias, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el año 2000.
A partir de 1776, Córdoba pasó a formar parte del Virreinato del Río de la Plata.
El 5 de agosto de 1783, mediada por la necesidad de dividir el Virreinato, Córdoba se declara capital de la intendencia. Su primer gobernador intendente fue el Marqués de Sobremonte.
Durante todo el período colonial fue un punto estratégico de escala entre el Alto Perú y el Río de la Plata.
A Córdoba se la conoce también como “La Docta”. Este apodo refleja el prestigio académico con raíces en la Universidad Nacional de Córdoba, la primera de Argentina y una de las más antiguas de América Latina.
Durante siglos, la UNC fue la única universidad del país, lo que llevó a Córdoba a consolidarse como centro de la educación superior en Argentina. Además, ha sido pionera en la inclusión femenina, con mujeres que comenzaron a asistir a sus aulas en 1884.
También fue el epicentro de importantes movimientos estudiantiles, siendo la cuna de la Reforma Universitaria de 1918, un hito que marcó un antes y un después en la educación superior de América Latina. Este proceso reformista, que promovió la democratización y la modernización de las universidades, sentó las bases para una educación más inclusiva, participativa y accesible.
A lo largo de su historia, Córdoba ha sido cuna de grandes pensadores y profesionales. Uno de los más conocidos es Dalmacio Vélez Sársfield, autor del Código Civil argentino, quien se graduó en Derecho en la UNC. La Docta, con un importantísimo patrimonio histórico, cultural y arquitectónico, se destaca también como centro artístico.